Si algo nos muestra la película “Diecisiete” (2019) es que Cantabria es infinita porque tiene mucho más de lo que te imaginas. Esta película de Daniel Sánchez Arévalo nos plantea una road movie en la que un joven conflictivo que roza la mayoría de edad se reconcilia con el mundo, mientras busca a un perro llamado Oveja, acompañado por su hermano mayor y su abuela.
Héctor es ese chico de 17 años que lleva dos interno en un centro de menores y que participa en una terapia de reinserción con perros. El día en que Oveja es adoptado, Héctor inicia un camino hacia la madurez en el que viajará por una Cantabria que quizá aún no conoces. Los que se animen a seguir las huellas de esa furgoneta en la que se desplazan los protagonistas, descubrirán un destino que va más allá de los grandes referentes turísticos para disfrutar de acantilados, playas, cultura, tradiciones y gastronomía de una manera diferente. ¿Quién podría resistirse a una propuesta así?
Acantilados de película
Cantabria Film Commission diseñó un itinerario por unas localizaciones que aportan el contexto perfecto a esta historia íntima, producida por Atípica Films y actualmente disponible en Netflix. Sin esos lugares específicos en los que pasa la acción, seguramente el resultado no habría sido el mismo. Así nos lo comenta el director en el vídeo que describe el itinerario y que está visible en la web que recoge la ruta.
Desplazándonos de este a oeste, la primera parada que proponemos es Arnuero y lo primero que te sugerimos es que saborees el placer de la buena mesa cántabra. Aunque los protagonistas solo pasan por allí en la escena de repostaje en la gasolinera, este municipio y sus alrededores cuentan con suficientes atractivos para querer pasar mucho más tiempo. Está formado por cuatro localidades; la capital del mismo nombre, Castillo, Isla y Soano. Quizá te suena el pimiento de Isla, pero lo que no puede fallar en tu mesa son sus excelentes pescados y mariscos, siendo la langosta de Isla y el bogavante procedentes de los cercanos viveros naturales, los principales exponentes de una cultura gastronómica de larga tradición.
Ya que estás en esa zona y para digerir bien ese primer festín te sugerimos acercarte al Parque Natural de Transmiera o visitar lugares tan singulares como el Faro de Ajo. El primero es un museo a cielo abierto, que incluye desde las playas de Isla y su casco histórico, hasta los acantilados. La Marisma Joyel, el Monte Cincho, las Rías de Quejo y Castellano. Todos ellos constituyen un paraje natural excepcional que se completa adecuadamente con los centros de interpretación del Ecoparque, sus actividades y sus rutas.

Playa de San Martín, en Trasmiera / CANTUR
En cuanto al Faro de Ajo deberías saber que fue el último en ser proyectado y construido en Cantabria. De hecho, su edificación estaba prevista para 1907, aunque no estuvo completa hasta 1930. ¿El motivo? La electrificación del Faro de Cabo Mayor detuvo el proceso en 1914 al considerarse que ya no era necesario, pero tres naufragios en los años siguientes hicieron que se retomara en 1921. Pero aparte de su historia, lo más llamativo de este faro es su apariencia puesto que, en el mes de agosto del año 2020, el artista cántabro Okuda San Miguel se encargó de remodelar su fachada y de decorarla según su propio estilo. El resultado es espectacular.
La siguiente parada de nuestra propuesta de turismo de pantalla es Langre, cuya playa es conocida como una de las más bonitas de Cantabria. En esta localidad de Ribamontán al Mar los protagonistas se dan su último baño y aquí es donde se puede emprender una espectacular ruta por los acantilados que llevan hasta Loredo. Y si seguimos por la costa, desde allí podemos pasar por el mirador de los tranquilos, con vistas a la Isla de Santa Marina, para continuar luego hasta Somo. Esta localidad próxima a la capital cántabra es, además de un referente para los amantes del surf, reconocida como el «Pueblo de la Cerámica», puesto que en esta zona se han establecido diversos talleres artesanos, donde se fabrican excelentes piezas.

Vista de la playa de Langre / CANTUR
Saltando al otro lado de la Bahía de Santander se encuentra la protectora de animales de donde viene Oveja, el robaescenas canino de la historia. Concretamente se ubica en San Román, uno de los barrios más rurales de la capital. Junto con Cueto, Monte y Peñacastillo, constituyen un tesoro alejado de la urbe y están dotados de un encanto especial. En Monte te recomendamos acercarte a La Maruca, uno de los lugares del municipio con más ambiente marinero, donde podrás ver barquitas amarradas en la pequeña ría de San Pedro del Mar y disfrutar de algunas de las exquisiteces que se preparan en sus tabernas marineras.
Nuestra última parada costera nos llevará hasta el acantilado de El Bolao, en Cóbreces (Alfoz de Lloredo). Sin duda esta localización alberga uno de los momentos más emotivos de la película, en el que Héctor conecta definitivamente con su hermano. Este lugar, donde el rugir de las olas se mezcla con el aroma a salitre, es uno de los rincones más bellos de Cantabria y ha sido escenario de numerosos spots publicitarios y rodajes. Además, a pesar de su ubicación turísticamente privilegiada entre Santillana del Mar y Comillas, en este pueblecito aún se respira la calma de un entorno rural, donde recomendamos saborear el delicioso queso que fabrican los monjes de su abadía cisterciense.
Hacia un paisaje interior
Igual que Héctor hace un viaje emocional en el que crece como persona, en la ruta Diecisiete nos asomamos a algunos de esos pueblos que aumentan tu conexión con el destino. Y es que Cantabria es un conocido refugio de veraneantes que buscan playas idílicas, pero ahora te llevamos al interior de la comarca de Saja Nansa, cuya cualidad principal es, precisamente, su capacidad para aglutinar paisajes que van del mar a la alta montaña.
Poniendo rumbo hacia la residencia de ancianos de Carrejo, donde vive la abuela de los protagonistas, tenemos una parada previa obligatoria. Y es que llegando al municipio de Cabezón de la Sal se encuentra el bosque de secuoyas. No dejes de visitar este recurso declarado Monumento Natural en el año 2003. Puedes ir por tu cuenta, pero te recomendamos contactar con Naturea Cantabria, que organiza visitas guiadas gratuitas. Una curiosidad más reciente ubicada en este trayecto es el primer Bosque de Cine, un proyecto que se presentó en la última gala de los Goya y que pretende convertirse en una herramienta para que la industria audiovisual desarrolle su actividad de manera responsable, contribuyendo a la compensación de la huella de carbono de los rodajes y la sostenibilidad. La primera plantación de árboles autóctonos, que ha servido para compensar el impacto de la gran fiesta del cine español, está en Udías y en el futuro será un atractivo turístico visitable.

El bosque de las secuoyas en otoño / CANTUR
La siguiente parada que proponemos es Carrejo, uno de los pueblos que forman parte de Cabezón de la Sal, municipio que combina costumbres tan arraigadas como la Olimpiada del Tudanco, fiesta de Interés Turístico Regional en torno a la vaca tudanca (raza autóctona de esta comarca), con una floreciente vida comercial. Esta última da pie a encontrarte negocios como una mielería, varias tiendas de segunda mano, vinotecas, tiendas de artesanía textil, etc.
Si eres un amante de la naturaleza, de Carrejo al siguiente punto de la ruta Diecisiete, Carmona, te proponemos un par de paradas inolvidables. Una es el Monte Aa (Ruente), un robledal maduro en el que dominan las cajigas y que resulta ideal para practicar senderismo. A continuación, pasarás el Mirador de Carmona, que ofrece unas vistas espectaculares sobre el valle donde se ubica la localidad del mismo nombre.

Carmona desde el mirador / CANTUR
Por fin, cuando llegues al pueblo, tendrás la sensación de aterrizar en un lugar casi pintado entre las montañas, cuyas calles y casonas nos transportan a otra época. Declarado Conjunto Histórico Artístico, también es el lugar ideal para deleitarse con la gastronomía autóctona y probar un buen plato de cocido montañés. Aquí encontrarás un restaurante (El Puente) donde hay que avisar con antelación, no sólo para encontrar mesa, sino para que preparen este estupendo guiso con sus buenas horas de cocción y la cantidad precisa para los comensales previstos. Además, su dueño, Aparicio, es un magnífico artesano, un pozo de sabiduría tradicional y uno de los últimos albarqueros del territorio. Conocerle supone el privilegio de hablar con uno de los escasos zapateros de la madera que han continuado haciendo auténticas obras de arte para vestir los pies de los que trabajaban en el campo. Gracias a las albarcas, agricultores y ganaderos se protegían de la humedad, el frío y el barro. Ahora, son todo un legado.
Estamos en la recta final de este viaje por esa otra Cantabria y por eso queremos recomendarte un par de paradas complementarias a la famosa Cueva de El Soplao, que está a unos 20 min. de Carmona. El Soplao está considerada una de las grandes maravillas geológicas a nivel internacional y con su nombre alude a un término minero que denomina al aire que se percibe al calar una galería desde otra con menos oxígeno. Pero a 10 minutos en coche existen otras cuevas, las de Chufín, que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y contienen arte rupestre de 18.000 años de antigüedad. Para cerrar este tramo del trayecto tenemos otra recomendación imprescindible. Se trata de la Ferrería de Cades, una de las pocas ferrerías visitables en España en la que la maquinaria se pone en marcha durante la visita guiada. ¡No te lo puedes perder!

Mirador de la Cueva del Soplao / CANTUR
Llegamos al final de nuestro viaje, desplazándonos hasta un punto que es origen y final en la película. Se trata del Centro de menores en el barrio de Viérnoles de Torrelavega. En este caso salimos del mundo rural y nos acercamos a uno de los núcleos urbanos más importantes de Cantabria (y no solo porque Antonio Resines sea de allí). No te dejes engañar por el pasado industrial de esta localidad y acércate a su zona de vinos, distribuida en diferentes puntos a lo largo del casco viejo, pero especialmente en las proximidades de la Plaza Roja. Y si lo que quieres es quedarte con el mejor sabor de boca antes de volver a casa, no dejes de probar las polkas, un dulce típico de Torrelavega hecho a base de masa de hojaldre y cubierto de una fina capa de azúcar glas.
La Cantabria que aún no conoces te espera. ¿Te animas a vivir tu propia ruta Diecisiete?
Por Ana Alonso
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