Uno de los grandes desafíos de la producción cinematográfica es conseguir reproducir un paisaje, una localidad o un ambiente en un lugar más accesible (y económico) que el original. Es el caso de “Adú”, la película de Salvador Calvo que logró en 2020 cuatro premios Goya (el de dirección de producción, entre ellos) y que, ambientada en Melilla y Camerún, se rodó en la República de Benín, Madrid, Melilla y Región de Murcia. Su principal reto fue reconstruir un recorrido de Camerún a Marruecos, atravesando Senegal y Mauritania, sin abandonar Benín. Pero, además, localizaciones de los municipios de Mazarrón, Águilas y Lorca, el puerto de Cartagena y La Manga del Mar Menor aportaron sus paisajes.

Otra de las últimas películas rodadas en la Región de Murcia capaz de mostrarnos otra cara menos conocida de esta comunidad ha sido la ópera prima del director murciano Joaquín Carmona, “Últimas voluntades”, en torno a un padre que intenta recuperar el afecto de su hijo e interpretada por los actores Fernando Tejero, Óscar Casas, Nerea Camacho, Carlos Santos, Adriana Ozores y Salvador Serrano, entre otros. Más urbana que la anterior, su rodaje recaló, además de en Cartagena, en la ciudad de Murcia, Molina de Segura, Fuente Álamo, Calasparra o Cehegín (Valentín). En ambas películas, se refleja una comunidad más allá de los recurrentes sol y playa. 

Ambas producciones son buenos ejemplos de la diversidad de paisajes, enfoques y posibilidades que ofrece Murcia, algo que saben muy bien en Región de Murcia Film Commission, la entidad que se encarga de facilitar las mejores localizaciones a los realizadores.

La inesperada costa de la Región de Murcia

En “Adú”, interpretada por Luis Tosar, Anna Castillo, Moustapha Oumarou, Álvaro Cervantes y Adam Nourou, entre otros, confluyen las historias del niño Adú y su hermana, que intentan escapar de Camerún en la bodega de un avión, la lucha de un activista contra la matanza de elefantes en la reserva de Du Dja y en medio del reencuentro con su hija y el enfrentamiento de un grupo de guardias civiles en la valla de Melilla con los migrantes que intentan salvarla. La primera propuesta viajera, inspirada en “Adú”, pasa por recorrer la costa de Murcia, la más desértica y sin construir, como la de la playa de los Percheles (Mazarrón), Cabo Cope (Águilas), Bolnuevo (Mazarrón) o Calabardina (Águilas). Paisajes áridos en los que no costaría imaginar que te encuentras en el desierto africano.

La portuaria e histórica Cartagena, gracias a una ingente inversión, sacó a la luz sus restos púnicos, romanos, bizantinos y árabes. El gran revulsivo de la renovada Cartagena fue la aparición, en 1990, del teatro romano, periodo del que también se conservan el anfiteatro, sobre el que después se construyó la plaza de toros, la calzada y viviendas de la calle Conde Duque y la plaza de los Tres Reyes, el edificio público de la calle Morería y la torre funeraria encontrada en Torre Ciega, a la salida de Cartagena hacia San Javier, por lo que fuera la famosa vía Augusta.

Teatro romano de Cartagena, una joya enterrada en el centro de la ciudad/ Paco Nadal

La vida social de Cartagena gira en torno a la calle Mayor. A esta zona de la ciudad se asoman también varios de los mejores edificios modernistas, como el Ayuntamiento viejo, el Gran Hotel, la casa Llagostera o la Casa Aguirre. Cartagena, plaza militar desde su fundación, está rodeada de colinas fortificadas: el castillo de San Julián, el fuerte de Navidad, los de Galeras y Atalayas y el más visitado y antiguo, el de La Concepción. 

Si desde Cartagena tomamos la antigua carretera a Mazarrón por Canteras e Isla Plana hasta el desvío a cabo Tiñoso, podemos recorrer un litoral salvaje y aún sin construir. El cabo es un enorme espolón rocoso con acantilados de más de 200 metros de altura que se interna en el Mediterráneo entre las bahías de Cartagena y Mazarrón. 

Siguiendo hacia el oeste se llega a La Azohía, un encantador y tranquilo pueblecito de pescadores y veraneantes que parece sacado de otro tiempo y donde aún se instala cada año una almadraba de atún. Y más allá está Puerto de Mazarrón, que empezó siendo una rada de pescadores y se ha convertido en un gran centro urbano, más grande en extensión que la propia capital municipal, Mazarrón, a siete kilómetros tierra adentro. Puerto de Mazarrón y Águilas son los dos principales núcleos turísticos de la abrupta costa sur de Murcia. Los dos tienen excelentes playas urbanas y mucha vida veraniega. Pero lo realmente atractivo para un viajero es el tramo de litoral que hay entre ambas poblaciones. De nuevo, rompiendo tópicos: Bolnuevo, Puntas de Calnegre, Cabo Cope… quizá sean la porción más pura y virginal que quedan en el Mediterráneo español. Su remota ubicación y las malas comunicaciones obraron el milagro para que aún hoy haya kilómetros de litoral sin más construcciones que los invernaderos.

Los sorprendentes paisajes de Bolnuevo / Paco Nadal

A la altura de Águilas puedes dirigirte hacia la romana, árabe, renacentista y barroca Lorca. De su castillo queda en pie la torre Alfonsí y un buen lienzo de murallas. Pero la verdadera ostentación arquitectónica de Lorca crece en torno a la plaza de España, con los renacentistas edificios del Ayuntamiento, el palacio del Corregidor, el pósito de grano y, sobre todo, la ex colegiata de San Patricio. Un gran número de palacios y casas nobles hablan del antiguo esplendor de Lorca.

De regreso a Cartagena, tomemos ahora la dirección contraria, hacia el este y hacia Cabo de Palos. Lo primero que aparece es Calblanque, declarado parque regional en 1987, es el mejor ejemplo de ecosistema litoral de Murcia. Sierras áridas, dunas fósiles, enormes y doradas playas y un mar intensamente azul. La popularidad de Calblanque es tal que en verano se prohibió el acceso en coche y hay que entrar en unos buses lanzadera que salen de un aparcamiento junto a la autovía de La Manga, la misma que da acceso a buena parte del Mar Menor, el otro elemento significativo de la costa murciana. Un capricho que la naturaleza creó en esta gigantesca piscina de agua salada de 170 kilómetros cuadrados de superficie separada del Mediterráneo por una estrecha manga de arena, donde el sol brilla casi tanto como la ausencia de oleaje. La autovía de La Manga muere en Cabo de Palos, para mí, la localidad con más encanto de la costa de la Región de Murcia. Por aquí pasaron los protagonistas de la serie “Sky rojo”. 

Cabo de Palos, una localidad con mucho encanto / Agatha Selgas

Una comarca murciana para descubrir en el noroeste de la región

Cambiamos de rumbo (y de recorrido) para recalar ahora en la ciudad de Murcia, a unos 50 kilómetros de Cartagena, y cuyos barrios de Santa María de Gracia y La Fama o la calle Trapería fueron escenario de “Últimas voluntades”.

En la capital, que es mejor recorrer a pie, verás la catedral -el primer templo murciano, excelente síntesis de 600 años de historia del arte y cuya fachada asoma a uno de los espacios más queridos y representativos de la ciudad, la plaza de Belluga-, el casino y las calles Trapería y Platería, peatonales y lugar de comercio y de paseo, el museo Salzillo, instalado en la iglesia de Nuestro Padre Jesús, el edificio neoclásico del teatro Romea y el museo de los Molinos del Río, antiguos molinos harineros de la ciudad. Y, por supuesto, debes practicar el tapeo en alguno de los locales que forman el triángulo de las plazas de San Pedro, de las Flores y Santa Catalina.

Fachada del Ayuntamiento de Murcia, en su centro histórico / Región de Murcia Film Commission

Hacia el interior, en dirección a la comarca del noroeste murciano, podemos recalar en Molina de Segura, antes de visitar Calasparra o Cehegín (Valentín) e incluso Moratalla y Caravaca. En Molina la mejor opción será disfrutar a pie de su pasado íbero, romano y musulmán y adentrarse en el moderno MUDEM, el museo del Enclave de la Muralla. Además, otras dos recomendaciones: visitar la iglesia de nuestra señora de la Asunción (s. XVIII) y el museo del Horno del Concejo, arquitectura popular de los siglos XVII y XVIII. Fue en esta pequeña localidad murciana donde se rodó “Sorda”, de Eva Libertad y Nuria Muñoz.

Conocida por la producción de arroz, mi principal recomendación en Calasparra es la visita al cañón de los Almadenes, una garganta navegable de 4 kilómetros de longitud y 150 metros de profundidad que da forma a un territorio virgen y silencioso donde disfrutar también de los últimos bosques de ribera autóctonos. Si se desea recorrer a pie, el punto de acceso es la central eléctrica del mismo nombre. En Calasparra, también, el santuario Virgen de la Esperanza, la Cueva del Puerto y, sin duda, otro paisaje alucinante para los que no estén acostumbrados a estos parajes, la vega arrocera. 

Valentín, pedanía de Cehegín, ha alcanzado fama con sus hornos de origen árabe, admirados internacionalmente en el sector, por la producción artesanal de tejas y baldosas. Pero, además, puedes pasear en Cehegín por uno de los cascos más bellos de la Región de Murcia, salpicados de iglesias, edificios nobles y monumentos, la mayoría en torno a la antigua plaza Mayor de la ciudad medieval, la actual plaza de la Constitución.

Caravaca de la Cruz, lugar de peregrinaje / Paco Nadal

Y, por último, dos sugerencias más para completar la mejor visita por esta comarca: la iglesia renacentista del Salvador, en Caravaca, y la Puerta y el valle del río Benamor, en Moratalla.

Sin lugar a duda, quien hasta ahora solo haya visitado la Región de Murcia en sus localidades costeras más turísticas, tendrán en estas inspiradoras rutas las mejores excusas para regresar.

Por Paco Nadal